Rebeldes matan al presidente de Chad, Idriss Déby

¿Qué ha pasado?

 

El presidente de Chad, Idriss Déby Itno, ha muerto por las heridas recibidas cuando volvía de urgencia a la capital, N’Djamena, tras alcanzarle disparos rebeldes en el norte del país. El dirigente se había dirigido a la región de Kamen para apoyar a sus militares en la ofensiva contra el Frente para la Alternancia y la Concordia en Chad (FACT). El Ejército había anunciado ayer que habían detenido el avance del grupo rebelde, asesinando a 300 de sus miembros. En cambio, el FACT aseguró que se había hecho con el control de la región de Kamen y que había herido al presidente Déby. La realidad está más cerca de la versión rebelde que de la oficial.

Déby fallece tras anunciarse anoche su victoria en las eleccionescelebradas el domingo anterior, 11 de abril, con casi un 80% de los votos. Tan solo 6 de los 16 candidatos iniciales pudieron presentarse a los comicios, que estuvieron boicoteados por la oposición y carentes de cualquier tipo de garantía democrática. A pesar de todo, el mandatario acababa de ganar su sexto mandato por lo que iba a prolongar su tiempo en el poder, vigente desde el golpe de Estado que le aupó a la presidencia en 1990
 

¿Por qué estaba el presidente a sus 68 años en el frente de batalla?

 

Buena pregunta. Resulta que Déby se consideraba a sí mismo más un guerrillero que un dirigente político. Consideraba que era su deber apoyar al Ejército en esta nueva incursión y, en lugar de dar un discurso de aceptación de la victoria en la capital, decidió marcharse a primera línea de combate. No era la primera vez que lideraba la defensa militar ante rebeldes. En 2008 estuvo de morir cuando salió hasta la ciudad de Massaguet a 80 kilómetros de la capital comandando a las fuerzas armadas. Allí su coche blindado fue incendiado y el jefe del Estado Mayor, Daud Soumain, asesinado. Tuvo que retroceder antes de que fuera demasiado tarde. Esta vez lo ha sido.

 

¿Qué pasa ahora?

 

El anuncio fue retransmitido en televisión nacional por una junta militar que toma el poder provisionalmente. Al mando han nombrado al hijo del exdirigente, Mahamat Idriss Déby Itno, uno de al menos una docena de hijos de una de las cuatro mujeres oficiales que Déby tuvo —que algunos aumentan hasta trece—. El gobierno provisional estará durante 18 mesestras lo cual aseguran que celebrarán elecciones “libres y democráticas”.

Por el momento, la junta deberá luchar contra los rebeldes del FACT que se aproximan a la capital, N’Djamena. Los rebeldes están acercándose cada vez más y se les ha visto en la ciudad de Mao, a 220 kilómetros al norte de la capital. Reino Unido y Estados Unidos han pedido a sus diplomáticos y ciudadanos que abandonen el país ante la posibilidad de que lleguen y haya violencia en la capital.

 

¿Quién era Déby?

 

Déby era un general que llevaba 30 años gobernando con mano de hierro el país. Tras varios intentos, en 1990 consiguió capturar la capital, N’Djamena, y derrocar al entonces dictador Hissène Habré, apodado el Pinochet africano.

Desde su llegada al poder, Déby ha beneficiado a la minoría zaghawa a la que pertenece, colocando a amigos y familiares en puestos de poder en detrimento del grueso de la población. Ello, unido a la veintena de conflictos que ha tenido que ir superando para mantener su dictadura a salvo han convertido a Chad en el tercer peor país en el índice de desarrollo humano del mundo.

Todo ello a pesar de que en 2001 la nación comenzó a comerciar con petróleo. En 2019, último año del que se tienen datos, Chad exportó crudo por valor de 877 millones de dólares y este representó casi tres cuartas partes de sus ingresos de exportación, con China como principal socio, comprando un tercio de todo ese oro líquido.

Su involucramiento en diversas guerras le dieron una mala fama internacional. Denunciado por organizaciones internacionales por la falta de libertad de prensa y las violaciones de derechos humanos a gran escala, el país acabó siendo conocido por emplear a niños como soldados en sus guerras. Conocedor de ese rechazo y en pos de mantener su puesto y el apoyo internacional, Déby se erigió en un defensor de la paz y la seguridad tras la explosión de violencia yihadista, abriendo sus brazos a los países occidentales que allí fueron a establecer sus tropas. 

Francia tiene la sede de la Operación Barkhane en N’Djamena, donde cuenta con 5.100 soldados, y desde allí coordina sus esfuerzos con el G-5 Sahel, la organización regional que lucha contra el yihadismo y cuya sede también está en la capital chadiana. La última reunión de este grupo —en el que participan los gobiernos de Burkina Faso, Mali, Mauritania, Niger and Chad— fue precisamente en febrero de este año en N’Djamena, donde el presidente francés, Emmanuel Macron, reiteró su compromiso a pesar de los primeros sondeos que indicaban un rechazo de la mayoría de ciudadanos franceses a la Operación Barkhane.

El apoyo de Francia al régimen de Déby viene de lejos. En 2006 y 2008 fuerzas francesas repelieron los ataques de rebeldes que habían llegado hasta la capital. En 2019, Macron accedió a ayudar a Déby de nuevo y lanzó ataques aéreos ante la incursión en las montañas Tibesti, al norte del país. 

 

¿Y el FACT?

 

El Frente para la Alternancia y la Concordia en Chad (FACT) es el último nombre bajo el cual se reúne la oposición a Déby de la etnia garane, uno de los grupos que forman la familia Tubu, la misma que la del ex dictador Habré. Su objetivo oficial es derrocar al gobierno para “realizar las aspiraciones fundamentales de la gente de Chad”, aunque el Movimiento de Salvación Patriótica, partido de Déby, directamente les considera terroristas.

El general Mahdi Ali Mahamat creó el FACT en 2016 como escisión de la Unión de Fuerzas para la Democracia y el Desarrollo (UFDD), grupo que desde 2005 a 2010 enfrentó al gobierno y a punto estuvo de derrocar a Déby en la conocida como guerra civil chadiana. Su líder, el general Mahamat Nuri, lideró el ataque que entró por Sudán en el este del país. Fue en los primeros días de febrero de 2008 cuando el gobierno tuvo que retroceder a la capital y pedir ayuda a Francia ante la inmediata llegada de las tropas rebeldes.

El FACT tiene base en el sureste de Libia, donde tienen un acuerdo de no agresión con el mariscal Khalifa Hafter. Desde allí iniciaron una nueva incursión a la hora en la que se cerraban los colegios electorales el pasado día 11. Nueve días después avanzan hacia la capital por el este de Chad y han conseguido eliminar al presidente.

 

¿Cómo afecta al futuro de Chad y la lucha contra el terrorismo en el Sahel?

 

Esta es la gran pregunta a tener de aquí al futuro. La selección del hijo de Déby como gobernador provisional hace prever que habrá continuidad en el apoyo occidental a Chad, cuyo Ejército se ha hecho cada vez más grande y moderno gracias al apoyo financiero de la Unión Europea y Estados Unidos en la lucha antiyihadista. Por el momento, Francia ha lamentado la muerte de Déby y ha destacado su labor en vida al tiempo que ha pedido una transición pacífica.

Sin embargo, el asesinato del presidente muestra que los rebeldes están en una posición de fuerza. En un momento en el que la presencia francesa y estadounidense en la región está en entredicho por los ciudadanos de sus países, un apoyo frontal a una dictadura para mantener su posición ante los rebeldes puede generar rechazo doméstico y poner al gobierno de Chad en una situación de peligro si precisa de ayuda extranjera.

N’Djamena ha servido como un hub de seguridad y centro de coordinación de una lucha contra los terroristas islámicos cuyos resultados no están siendo buenos. En marzo de 2021 aumentó la actividad yihadista un 30% en toda la región con respecto al mes anterior y Chad sufrió su primer atentado terrorista desde noviembre. En 2020 se registraron un total de 4.122 muertes por violencia yihadista y más de 1,7 millones de personas han sido desplazadas por el conflicto, en el que una amalgama de grupos como Boko Haram, el Estado Islámico del Gran Sáhara y el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes tienen presencia, entre otros menores.

Si Chad dedica recursos a un conflicto local mayor verá mermada su capacidad para combatir a grupos terroristas y su inestabilidad podría ahuyentar de allí a las principales misiones antiyihadistas y la presencia internacional.

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