Poco imaginaría José Eduardo Dos Santos, expresidente de Angola, que el velatorio de su muerte marcaría la estrategia política de su sucesor y actual presidente del país, Joao Lourenço. El pasado 17 de agosto, el juez magistrado autorizó el traslado del cuerpo de Dos Santos desde Barcelona, lugar donde residió durante los últimos años y falleció, hasta Angola, su país natal. Un traslado a petición de su esposa y ahora viuda, Ana Paula, orquestado por el propio gobierno nacional y sobre el que no estaban de acuerdo cinco de sus ocho hijos. Según una de ellas, Tchizé Dos Santos, todo esto lo ha hecho el gobierno angoleño “para aparentar unidad con el expresidente” de cara a las elecciones y así ganar el apoyo de los fieles a Dos Santos.
Los movimientos de Lourenço con la familia Dos Santos podrían ser un reflejo de que el presidente no ve una victoria clara para un segundo mandato. En las elecciones de 2017, el Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), obtuvo el 61% de los votos. Desde entonces, la crisis económica, la creciente popularidad entre los jóvenes de Adalberto Costa Junior, candidato por la Unidad Nacional de Independencia Total de Angola (UNITA) y las crisis sobre el petróleo, que representa un cuarto del PIB del país, se han presentado como los grandes desafíos en las elecciones más reñidas de la historia.
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