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No votaría a William Ruto, tiene algo en su que me recuerda al exdictador Daniel arap Moi. Si gana creo que se quedará tanto tiempo como él
”. Las palabras que me dijo una joven votante keniana con su hijo de dos años en brazos en el barrio de Lerosho en Nairobi me hicieron reflexionar. Kenia acaba de celebrar sus elecciones más pacíficas de la historia, la justicia ha refrendado una victoria súper ajustada y el país cumple con la máxima de que cada dos mandatos el presidente ceda el poder. A pesar del avance, todavía no es una democracia de pleno derecho y hay gente todavía teme una marcha atrás por el contagio global del populismo.Aunque en Kenia todavía está por ver, las democracias en África son frágiles y un cambio de poder hacia un presidente autoritario puede hacer temblar los cimientos. Lo hemos visto en Túnez recientemente con Kais Saied y lo vimos en Tanzania durante el periodo de John Magufuli, hasta su muerte.
El año que viene hay elecciones en Nigeria y al siguiente en Sudáfrica, dos países ancla del continente como Kenia en el este. Ninguna de ellas es una democracia plena en África y es que según el estándar occidental, tan solo Mauricio lo es en África–aunque tampoco Estados Unidos, por ejemplo–, con otros seis países africanos considerados democracias imperfectas.
Hay un debate en África sobre qué es ser una democracia, si solo existe la que sigue las reglas americanas. Este melón es interesante abrirlo porque por ejemplo Senegal y Ghana son democracias pero cercenan los derechos de la comunidad LGTB+. ¿Es solo democracia según nuestro estándar? Por otro lado, en Ruanda, Paul Kagame tiene el apoyo mayoritario de la población y aunque en elecciones no tiene rival y persiga a opositores, no se puede decir que los ruandeses en mayoría no le quieran en el poder.
Aún con todo, este debate es peligroso porque lo utilizan a su favor líderes que sí son autoritarios pero que celebran elecciones como máscara democrática para reforzar su poder, recurriendo a la fuerza si las cosas se tuercen, como véase los Obiang en Guinea Ecuatorial, Biya en Camerún, Sassou-Nguesso en R. Congo o Museveni en Uganda. Además, también lo utilizan poderes extranjeros como China para exportar un modelo propio difícilmente democrático. Por eso, en la semana que se ha celebrado el Día Internacional de la Democracia, cabe reflexionar: ¿quién es EE.UU. o la Unión Europea para decir qué es una democracia?