El Amancio Ortega de Lesoto arrasa en las elecciones

Imagínate que el día de mañana del año que viene, en pleno apogeo del 12 de octubre y a dos meses de las elecciones generales en España, va Amancio Ortega, sale de su casa de Arteixo y dice: «Me presento para liderar el país con un partido nuevo». ¿Le votaríais? ¿Creéis que ganaría?

Eso es justo lo que ha pasado en Lesoto, el pequeño país montañoso incrustado en Sudáfrica del que te hablamos este pasado jueves en nuestro análisis. El magnate Sam Matekane decidió a finales de marzo que él era la solución para los líos políticos de su país y creó el partido Revolución para la Prosperidad.

Cada día se puso a recordar a la joven población, que tiene una media de edad de 24 años, que quedaba menos para registrarse. El jueves, los Basotho, como se conoce a los ciudadanos locales, salieron en masa a votar. Ayer acabó el conteo y se supo que consiguió 56 de los 80 asientos en el parlamento. En cambio, el histórico All Basotho Convention que lideraba el gobierno, se ha quedado sin un solo diputado en una caída sin precedentes.

A sus 64 años, Matekane es el hombre más rico de Lesoto y se postula como un hombre hecho a sí mismo. Se dice de él que empezó en 1986 construyendo ladrillos y ahora su matriz Matekane Group of Companies (MGC) tiene empresas en el sector de la construcción, minería, transporte, agricultura, aviación, hostelería y más.

Su principal promesa ha sido crear empleo en el sector del textil y la minería atrayendo a capital extranjero al pequeño país de dos millones de habitantes. Con la pandemia del Covid-19 se perdieron el 25% de los trabajos en el textil, que tras el gobierno es el mayor empleador del país, y el que será nuevo primer ministro ha prometido recuperarlos. En la actualidad, 320.000 personas están en riesgo de hambruna, un 16% de los habitantes.

A pesar del apoyo, no está exento de críticas: hay quien asegura que ha entrado en política para salvar sus negocios en la minería. Matekane tiene licencia para operar la mina de diamantes de Letšeng pero su contrato acaba en 2024 y el gobierno anterior había expresado su preferencia de dividir la licencia entre más socios pequeños. ¿Interés empresarial o verdadero espíritu político? Sea como sea, los Basotho ven en él una esperanza para mejorar la maltrecha economía.

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