I. África del Norte en 2023

Las tensiones migratorias en la frontera entre España y Marruecos, la deriva autoritaria del presidente tunecino Kais Said o la fragmentación del ejecutivo en Libia son algunos de los retos que enfrentará la región del norte de África en 2023. Y solo en algunos casos, parece tener una solución realista.

 

Marruecos, España y Argelia: la eterna encrucijada 

2022 ha sido, sin duda, un año convulso para los dos países del norte de África y España, este último como único estado europeo que comparte frontera con el continente africano. Empezó con la visita de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, a Mohamed VI y una bandera de España al revés. Un gesto que se entendió, en su momento, como un toque de atención a los acercamientos entre España y Argelia, y que más tarde acabarían con el fin del Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación firmado por ambos en 2002.

Sánchez reculó, y en ese intento de solucionar su amistad con Marruecos, puso patas arriba el tradicional discurso de España sobre el Sáhara Occidental. El presidente reconoció la soberanía del plan marroquí sobre el último territorio pendiente de descolonización en África. Ahora, con Marruecos contento y Argelia más distante que nunca, 2023 empieza con nuevos retos y oportunidades.

La periodista y experta en el Magreb, Sonia Moreno, apunta que, si hablamos de las relaciones exteriores entre el país magrebí y el reino español, este año debemos, sin duda, mirar hacia la esperada Reunión de Alto Nivel. La cita, que está pospuesta desde 2020, reunirá a ministros de Exteriores de ambos países, al rey Mohamed VI y al presidente del Gobierno, entre otros, que buscarán avanzar en la hoja de ruta tras el fin de la crisis diplomática. Además, también será vital la puesta en marcha de la aduana comercial en los pasos fronterizos de Ceuta y Melilla como también, lainauguración de la frontera inteligente en los términos terrestres.

A nivel nacional, Marruecos acogerá la reunión de los Acuerdos de Abraham con los países árabes. Un evento que fortalecerá aún más la relación entre Marruecos e Israel, restablecida desde finales de 2020 y, en parte auspiciada, por el reconocimiento del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Precisamente esto último continuará siendo el principal objetivo y reto de Marruecos en el ámbito internacional: conseguir más apoyos en su avance sobre el Sáhara para ejercer así la presión internacional y mediática que necesita.

En lo referente a Argelia, se prevé que la relación con Marruecos continúe enquistada. Apunta Moreno que, no hay un avance desde agosto de 2021, cuando rompieron las relaciones diplomáticas y retiraron sus misiones diplomáticas. Además de la conflictividad territorial del Sáhara, que ha intensificado las dinámicas migratorias en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, Marruecos no busca avanzar con Argelia hasta que el Frente Polisario, el movimiento de liberación nacional saharaui, no dé un paso atrás.

Las fronteras siguen cerradas entre ambos países y el último afectado ha sido el fútbol: a pesar de que el presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, dijo que Marruecos había honrado al mundo árabe al llegar a semifinales del mundial de Catar, ahora no pretende hacer una excepción con el equipo nacional marroquí para el Campeonato Africano de Naciones y este ha amenazado con boicotear el torneo que empieza el 13 de enero si no puede volar. Este será un termómetro de sus relaciones en el próximo año.

 

 

Túnez: la primavera marchitada

No podemos hablar de la Túnez de 2023 sin antes entender la convulsión política de este último año. El sábado 17 de diciembre de 2022, los colegios electorales echaban la llave tras la jornada electoral. Alrededor de nueve millones y medio de tunecinos estaban censados y eran legibles para votar sobre el futuro del país. La realidad es que poco más del 11% lo hizo. 

El resultado electoral esbozó la desidia y desilusión de la población tunecina sobre los recientes giros autoritarios de su actual presidente, Kais Said. Desde hace meses, el líder independiente ha diseñado a escuadra y cartabón su perpetuidadal frente del país precursor de la llamada Primavera Árabe de 2010. Said aprobó una nueva ley electoral que redujo la influencia de los partidos políticos, es decir, la de su oposición. Poco antes, votó en referéndum una nueva Constitución a medida, se arrogó plenos poderes, cerró el Parlamento y transformó Túnez en un sistema político hiperpresidencialista.

En el país más pequeño del norte de África, la deriva autoritaria está acompañada de una pérdida de apoyo social y de la deslegitimación de la clase política tradicional durante los últimos diez años. El periodista y politólogo, Ricard Gonzalez apunta que la gran apatía ha provocado que sus seguidores, que son menguantes, hayan participado en el cambio radical de la arquitectura institucional del país. Y que el freno sobre la deriva, ya no es tan fácil.

De cara a 2023, según Gonzalez, Túnez no empezará el año con estabilidad. Aun con el reciente fracaso electoral, el presidente, por el momento, no está dispuesto a buscar nuevas, y renovadoras, alianzas. Said no muestra interés por fomentar el diálogo inclusivo con la oposición o con sectores de la sociedad civil como la Unión General Tunecina del Trabajo, que convocó una huelga a principios de 2023 sobre el transporte público y manifestó el pago de los salarios y las bonificaciones de fin de año.

En lo económico, la historia se repite. Túnez sufre su peor crisis financiera con una deuda superior al 100% del Producto Interior Bruto. Pero Said, mira hacia otro lado. En octubre de 2022, parecía que el gobierno de Túnez y el Fondo Monetario Internacional había logrado alcanzar un acuerdo cifrado en un crédito de 1.900 billones de dólares, el tercer préstamo que recibe Túnez en la última década. Aun así, la organización internacional ha pospuesto la firma del acuerdo, ya que la parte tunecina no había cumplido con la presentación, en tiempo y forma, del plan de reflote de su economía.

González apunta que en 2023 debemos atender a dos situaciones: la evolución del panorama político y la situación económica. En el primero de los casos, con la posibilidad de que Kais Said mantenga la mano dura y agudice la impaciencia de sus ciudadanos, y en lo económico, que Túnez caiga en la banca rota y deba recurrir a los controles de capitales y divisas.

 

 

Libia: continuidad de un país fragmentado

Desde el mes de marzo, Libia está atrapada en una pugna entre dos gobiernos paralelos con reclamaciones de legitimidad por ambas partas. Por un lado, el ejecutivo con sede en Trípoli y dirigido por Abdelhamid Dabaiba, y, por otro lado, en el este del país, el del exministro del Interior, Fathi Bashagha. La reavivada disputa sobre quién lidera Libia está erosionando la estabilidad a todos los niveles.

En el marco económico, las tensiones entre ambos Ejecutivos ha desencadenado en nuevas disputas por los ingresos del petróleo, que suponen casi la totalidad del presupuesto gubernamental y permanecen en manos del gobierno interino de Dabaiba. Por su parte, los seguidores de Bashagha han cerrado una parte significativa de la producción petrolera libia en un intento de detener el flujo de ingresos hacia Trípoli.

El cierre del suministro no solo es una amenaza a nivel interno sino que además, podría poner en riesgo los intentos europeos de diversificar las importaciones de hidrocarburos y reducir la dependencia del gas y petróleo rusos. Algo que no beneficiaria en mitad de una de las mayores crisis energéticas de la historia actual.

Es probable que la inestabilidad del país se prolongue en 2023. Hay quien mira con buenos ojos al próximo año y reitera con firmeza la posibilidad de que Bashagha finalmente priorice la hoja de ruta respaldada por el Parlamento y que da prioridad a la modificación de un proyecto de Constitución y a la celebración de las elecciones legislativas y presidenciales. Dabaiba, por su parte, asegura que permanecerá en el poder hasta la celebración de los comicios, exista o no una Constitución consensuada y aprobada. No hay nada claro.

 

 

El limbo egipcio

El 14 de junio de 2022, el candidato en las próximas elecciones de Nigeria, Peter Obi, se subió a un avión con destino El Cairo. Su objetivo: aprender sobre los sectores energéticos, educativos y financieros egipcios y, en la medida de lo posible, implementarlos en su país natal si alcanza la presidencia. No suficiente con ello, el país del Nilo también ha sidoseleccionado como invitado de honor en la próxima Cumbre Mundial de Gobiernos 2023, que se celebrará en Dubai del 13 al 15 de febrero. El reconocimiento de su ejemplaridad en el progreso económico convierte a Egipto en la aguja y, al resto de la región, en un pajar.

Mientras que la guerra de Ucrania y la pandemia del coronavirus continúan afectando a la escena política y económica internacional, la diplomacia egipcia está llamada a mantener un rumbo firme en 2023. El pasado 3 de diciembre, Egipto compró 175.000 toneladas de trigo ucraniano a través de conversaciones privadas con los proveedores. La primera compra desde el inicio de la guerra de Rusia contra Ucrania y después de que el gobierno egipcio tuviera quesubvencionar las hogazas de pan y reducir su peso en 20 gramos.

Recientemente, Egipto amplió las subvenciones en el marco de sus programas Takaful y Karama (Solidaridad y Dignidad, en español): aumentó las pensiones y los salarios del sector público e introdujo medidas de desgravaciones fiscales ante el impacto del aumento de los precios. Todo ello gracias a una subvención de 500 millones de dólares del Banco Mundial. 

A la determinación de sus medidas nacionales se suma su neutralidad en el marco internacional. Egipto mantiene buenas relaciones diplomáticas con grandes potencias como Estados Unidos, China o Rusia, además de participar activamente en organizaciones como Naciones Unidas, la Liga Árabe o la Unión Africana. Además, goza de un status quo que, sin duda, facilita su progreso nacional, a diferencia de otros países de la región, como Marruecos o Argelia, que, en gran medida, canalizan sus esfuerzos en disputas externas.

Para Egipto, 2023 puede ser una oportunidad para seguir destacando en el marco regional e internacional. La celebración de la 27ª Conferencia de la Cumbre del Clima en Sharm El-Sheikh fue un ejemplo perfecto de las capacidades del país: organización, diplomacia y resolución.

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