El Papa Francisco comenzó febrero con el mayor público que jamás había tenido ante sí: en la explanada del aeropuerto de N’Dolo, en Kinshasa, más de un millón de personas bailaban y coreaban su nombre como si de una estrella del rock se tratase.
La misa en su segundo día en República Democrática del Congo no fue una homilía normal. No lo fue por su grandeza, pero sobre todo por su estilo. La eucaristía se celebró siguiendo el Rito Romano para las Diócesis de Zaire, integrando cantos y danzas locales, y fue hecha en francés y lingala, con oraciones en todas las otras lenguas oficiales del país: tshiluba, swahili y kikongo. “Hay que ver todos los signos, eso no es una cosa del azar, sino que se conversó”, asegura a este medio Mario Aguilar, asesor del Papa Francisco y profesor de la Universidad de St. Andrews.
Esos gestos en el viaje del Papa Francisco a R.D. Congo y Sudán del Sur muestran el interés de la Iglesia Católica por acercarse a África. El continente es donde más crece el catolicismo, a un ritmo del 2,1% por año, y si ya en el siglo XX el aumento de feligreses duplicó el crecimiento demográfico, las tasas de natalidad y apego a la religión hacen prever que África será el centro de la Iglesia en un futuro.
La Iglesia Católica en treinta o cincuenta años poco se parecerá a la de ahora y la influencia poblacional de África hará que cada vez se parezca más a lo que vemos en el continente. Es por ello que es necesario conocer los factores que definen la Iglesia en África ahora y que son a los que se encamina el catolicismo en un futuro.
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